“No tengo claro lo que quiero, pero sí sé que ya no quiero seguir así.”
Esa frase se repite mucho en las sesiones. Vivimos en una cultura que nos exige tener objetivos claros, planes, visión de futuro. Pero la verdad es que muchas veces no sabes lo que quieres. Y eso también está bien.
No tener claridad no es un fallo. Es una señal de que algo dentro de ti está cambiando. Y eso también es parte del proceso.
¿Por qué no sabes lo que quieres?
- Porque has estado demasiado tiempo haciendo lo que se esperaba de ti.
- Porque has aprendido a priorizar a los demás antes que a ti.
- Porque nunca te enseñaron a preguntarte: ¿Qué necesito yo?
3 claves para empezar a aclararte (sin presión):
1. Empieza por lo que ya no quieres.
A veces no sabes el destino, pero sí sabes qué caminos no quieres repetir. Haz una lista de “no más”.
2. Observa lo que te da energía (y lo que te la quita).
Aunque no sea profesional, fíjate en tus momentos de entusiasmo, calma o satisfacción. Ahí hay pistas.
3. Date permiso para explorar sin decidir aún.
El rumbo se aclara andando. Un espacio de acompañamiento puede ayudarte a identificar tus deseos, creencias limitantes y motivaciones reales.
No necesitas tenerlo todo claro. Solo necesitas empezar a escucharte.