Terapia para adolescentes

Acompañamiento psicológico en la adolescencia

Una etapa crucial para el desarrollo emocional

Ofrezco un espacio seguro y de confianza donde el adolescente pueda expresarse con libertad. Escucho sin juicios, ayudo a comprender lo que está viviendo y trabajo para que pueda afrontar los retos de esta etapa con más recursos y equilibrio.

¿Por qué es importante la terapia en la adolescencia?

La adolescencia está llena de cambios intensos: físicos, emocionales, sociales… No siempre es fácil para el adolescente comprenderse ni ser comprendido. La terapia puede ayudarle a canalizar lo que siente y mejorar la comunicación con su entorno.

1

Escucha activa y sin juicio

El adolescente encuentra un espacio neutral donde puede expresarse con libertad y empezar a entender sus emociones.

2

Refuerzo del vínculo familiar

Fomentamos una mejor comunicación con la familia, facilitando la convivencia y el entendimiento mutuo.

3

Acompañamiento en el crecimiento

Potenciamos la autoestima, la toma de decisiones y el manejo de conflictos para afrontar con más seguridad esta etapa vital.

Un espacio para expresarse y crecer

En la terapia con adolescentes trabajo principalmente a través de sesiones individuales, donde creo un ambiente de confianza y confidencialidad. Escucho con atención lo que el adolescente siente, lo que calla, lo que le duele… y le ayudo a identificar qué le está afectando y cómo puede empezar a cambiarlo.

A veces, en función del caso, puede ser necesario incluir alguna sesión conjunta con la familia para mejorar la dinámica en casa o resolver conflictos concretos. Mi enfoque está basado en el respeto, el diálogo y la conexión emocional.

Durante el proceso, valoro con el adolescente cómo evoluciona, qué le está sirviendo y qué necesita en cada momento. Así, poco a poco, vamos construyendo un camino de mayor bienestar, autoconocimiento y madurez.

¿Qué dificultades abordamos?

  • Problemas de conducta o impulsividad.
  • Fobias, ansiedad o estrés ante exámenes.
  • Estados de tristeza, apatía o depresión.
  • Dificultades en la concentración y rendimiento escolar.
  • Conflictos familiares o tras una separación.
  • Problemas de alimentación o sueño.
  • Pérdidas, cambios importantes o mudanzas.
  • Inseguridades, baja autoestima o dificultades sociales.

¿Hablamos?