Sentirte estresada no es el problema. Desconectarte de ti misma para sobrevivirlo, sí.
El estrés es una parte natural de la vida, pero cuando se vuelve constante y se convierte en tu estado habitual, comienza a pasarte factura: fatiga, ansiedad, irritabilidad, insomnio… y, sobre todo, esa sensación de que “no puedes más”.
Muchas veces, la respuesta automática es desconectarte: tirar de fuerza de voluntad, funcionar en automático, ignorar lo que sientes y seguir adelante. Pero ese camino solo te aleja más de ti.
¿Qué significa gestionarlo desde ti, sin dejarte atrás?
Gestionar el estrés no es suprimirlo, es escucharlo. Es entender qué te está pidiendo tu cuerpo, tu mente y tu emoción. Es dejar de forzarte y empezar a sostenerte.
Aquí te dejo 3 pasos para empezar:
1. Haz pausas intencionales cada día (aunque sean de 5 minutos).
No para “no hacer nada”, sino para reconectar contigo: respirar, estirarte, poner una mano en tu corazón.
2. Cuestiona tu diálogo interno.
¿Te hablas como a alguien que merece apoyo o como a una jefa dura? Identifica si te estás exigiendo más de lo que te estás cuidando.
3. Pide ayuda a tiempo.
A veces, solo necesitas un espacio donde no tengas que sostenerlo todo tú sola. Donde puedas bajar la guardia y recordar quién eres.
Si sientes que el estrés está apagando partes de ti, quizá ha llegado el momento de mirarlo de frente… y volver a ti.
¿Quieres acompañamiento en este proceso? Estoy aquí para ti.